Hasta ahora nunca había publicado un contenido escrito que no fuera expresamente mío pero, tras terminar este libro, me quedo con este fragmento en concreto por si a alguien le apetece leerlo y reflexionar un poquito sobre ello.
Se trata de un pequeño corte del libro de
Donna Tartt, "El jilguero". En fin, allá va:
"(…) y pienso en lo que dijo
Hobie, que la belleza altera la textura de la realidad. Y sigo pensando también
en la opinión más convencional, que la búsqueda de la belleza pura es una
trampa, la vía rápida hacia la amargura y el dolor, y que la belleza tiene que
casar con algo más significativo.
Pero ¿qué es ese algo? ¿Y por qué soy como
soy? ¿Por qué me importa lo que no debería importarme, y viceversa? O, por
decirlo de otro modo, ¿cómo es posible que vea con tanta claridad que todo lo
que amo o lo que me importa es una ilusión, y que al mismo tiempo, al menos
para mí, ahí resida el encanto de todas las cosas por las que merece la pena
vivir?
Un gran pesar que solo ahora empiezo a
comprender: no elegimos nuestros sentimientos. No podemos obligarnos a querer
lo que es bueno para nosotros o lo que es bueno para los demás. No escogemos
ser las personas que somos.
Porque ¿acaso no es un lugar común
indiscutido en la cultura que nos han inculcado de niños? (...)".
( 'El jilguero', Donna Tartt).
Diréis
“¡menuda rayada de cabeza!”. Pues sí, pues sí, pero todo lo que yo escribo
también lo son. Así que no me entretengo más, sacad vuestras propias
conclusiones. Porque sin duda la escritora invita a ello.
El marcapáginas del silencio.