domingo, 19 de enero de 2014

DESTINO LENTO

     Y cuando el destino se decida a juntarnos lo haremos todo muy rápido para recuperar el tiempo perdido. Para reparar los daños y los años y poner cuanto antes este motor estropeado en marcha. Pero, en realidad, cuando seamos conscientes de ese momento, justo de ese frenazo limpio en nuestras vidas; cuando nuestras miradas se crucen y se empiece a ralentizar la banda sonora de la estación: querremos todo muy lento. Nos desilabaremos (de des-sílaba) y desalivaremos en este verbo ("querer"). 


     Y entonces lo haremos todo poco a poco, para no perder detalle. Para disfrutar cada acento de las palabras que perfilen nuestras bocas y nuestras almas. Esas, que antes vacías, ahora no caben de dicha en el vaso. Porque no eran el continente sino el contenido. 

Despacio, lo haremos, lo haré, contigo.

El marcapáginas del silencio.

MALA COSTUMBRE

Me quitaron el "mala" pero no el "costumbre". Y ahora sigue el hábito su rumbo, sin juicio, sin miedo, hasta la cumbre.


El marcapáginas del silencio.

jueves, 16 de enero de 2014

COLECCIÓN


Desmontando pieza a pieza un pensamiento que no acabará en puzzle ni maqueta porque era de esas colecciones que te sacaban el dinero desde la primera edición.

Intentando seguir a toda costa, pero esta noche no encuentro en mi cabeza el botón SALIR. Y me des-seso en un intento fallido por hallar la solución. Me desmigo en sinsentidos sabiendo que es la peor decisión.

En el fondo creo que estoy buscando precisamente esa parte ínfima de la estructura que al quitarla lo derrumbe todo.

Sólo empezando de cero podré realizar un proyecto perfecto.

El marcapáginas del silencio.

miércoles, 15 de enero de 2014

¿YA HA SALIDO EL SOL?


Yo quiero dejar en cueros la belleza del amanecer con un solo beso nuestro. Que se empañen las horas y que empiece a sudar el cielo.

Quiero que al quebrar mi voz tu mano cubra el silencio y haga magia con mi pelo. Enredado a las costuras de tu piel, lo usaría para hilar este momento una y otra vez.


El marcapáginas del silencio.

lunes, 13 de enero de 2014

CUMPLO CONDENA

¿Y ahora cuál de las cláusulas de mi cumplimiento de condena emocional eres tú? ¿Estás entre las que se saltaron? ¿Entre las que no quise leer? ¿En las de renovación por buena conducta? Explícame dónde demonios estabas tú, y al menos quédate mientras intento entenderlo. ¿Qué clase de libertad condicional es esta? ¿Se pretenden reír aún más? Explícamelo tú, porque no entiendo el sentido, pero cuéntamelo pegada al cristal, que pueda verte de cerca. Y de paso cuéntame dónde vive aquel que se atreve a juzgar mi vida, mi conducta y hasta mis huellas dactilares sin conocerme. Pero no te alejes mientras voy a buscarlo. Quédate aquí, qué aún tengo muchas preguntas, y la única respuesta que parece tener sentido eres tú.


El marcapáginas del silencio.


RAYA



Cuando me rayo la cabeza, prefiero rayar el papel. Soy así, qué puedo hacer, prefiero esconder a fingir bien.

El marcapáginas del silencio.

sábado, 11 de enero de 2014

LLÉVATE PARAGUAS

 

     Se te nubla la vista, será que va a llover.

Veo como vas moviendo el viento en cada parpadeo, fraguando tu tormenta. Entonces te miro directamente y me da calambre la chispa de tu mirada. Aguanto unos segundos la emboscada y tus pupilas empiezan a tronar. En vez de aceptar el desafío, debí cubrirme del temporal. Pero no seré yo a quien bañes con esos ojos.

     Aunque sí a quien salpiques.


El marcapáginas del silencio.

viernes, 10 de enero de 2014

JUEGO

Que no, no voy a entrar al trapo. No pienso  jugar a un juego en el que estamos en desigualdad de condiciones. Ya no. Que me da igual si estas 4  paredes desgastan mis emociones o me las rompen. Pero son lo mejor, para otros dejo las demás opciones. Si en el país no la imparten, mi justicia me la busco  yo.



Que siempre preferí que me  desnuden el cuerpo al alma porque con lo segundo siempre quedas más indefensa. Así que podrías llamarlo con razón “tirar la toalla” ¿y qué? No es este el tipo de lucha al que yo vine a participar. No es una ofensa para nadie, así que vete y calla. Demasiada labia para tan poca madurez nunca compensa. A mí ciertas palabras me rasparían la garganta y otros  mira, ni las piensan. 



Por eso me niego, me niego al juego y también a mí misma la posibilidad de jugar.

¡Cuánto negativismo desde el principio del escrito! Lo sé, pero un NO a tiempo siempre puede ser una victoria.

El marcapáginas del silencio.

martes, 7 de enero de 2014

¿ES QUE NO HAS APRENDIDO NADA?

Golpeó levemente su nuca contra el cabecero de madera de la cama en tono de reproche. Se rastrilló el pelo con la mano y apretó los dientes simultáneamente sin ser consciente de ello. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Cada gesto involuntario traducía ese triplete de preguntas una y otra vez. Y en su cabeza resonaba una cuestión aún más importante, de forma brusca, dañina para el oído, algo así como el claxon de un coche justo antes de chocar en un accidente imprudente: "¿ES QUE NO HAS APRENDIDO NADA?". Pues sí, durante todo este tiempo la lección estaba más que aprendida, grabada y clavada sin opción. "La letra con sangre entra", como aquel cuadro de Goya criticando el sistema educativo de la época. Despreciable manera de aprender ¿no? Pero muchos, demasiados, aprenden de la vida así. Por esto, si a él le había ocurrido algo lejanamente parecido podría llegar a comprender por qué su sistema de aprendizaje le estaba fallando.


El marcapáginas del silencio.

domingo, 5 de enero de 2014

DESPEDIDA

-En realidad estaba esperando que girara la cabeza y encontrarme una vez más con esa mirada anhelante. Pero no fue así, jamás se dio la vuelta. Siguió su camino imperturbable, fijo en su destino. Creo que ni el estallido de una bomba en el lugar donde yo estaba habría sido capaz de que se diera la vuelta.

-Y ¿te dolió?

-No, al menos no lo noté más de lo que dura el sabor de una almendra amarga en la boca.

-Pero tú querías que se girase. Ya no estoy diciendo que volviera, sino que en algún momento de su partida algo le sacudiera el cuerpo y te mirase.


-Eso, querido, en la vida real no ocurre. Si de verdad algo le removiera el cuerpo nunca se habría alejado.


El marcapáginas del silencio.



¿Y TU SENTIDO?

Un escalofrío te devuelve a la realidad, esa de la que intentas huir día a día inútilmente. Sobre todo en las noches, cuando tras la puerta empiezas a preguntarte sobre el sentido de tu vida. Y es verdad, tú, loco inconsciente, formas parte del sentido de la vida de varias personas. Tus padres por ejemplo, los que se encuentran al otro lado de la puerta. Vale ¿y tu sentido? También se completa por los demás ¿no? Por todas aquellas personas que lo forman pero… ¿por qué no es suficiente? ¿Acaso buscas un sentido genuino? Quizás es que “el sentido” no es sino un cúmulo de sentidos, y no sólo necesita nutrirse de personas y sentimientos, sino también de metas, objetivos, fines. Un fin que sirva para algo, un sentido y una razón de vivir útil. Pero ¿útil para qué? o mejor dicho, ¿útil para quién? No quieres conformarte con caprichos banales, no quieres objetivos a corto plazo fáciles de conseguir y que tengan el mismo valor que una hoja arrugada y seca que se destruye con sólo pisarla. Siempre quisiste algo más grande, como todo ser humano, siempre buscaste dejar tu huella. ¿Por qué? Porque uno de los miedos más usados por el hombre es el olvido. Y cuanto más años se reflejen en tu frente, más estará presente la cuestión sobre el sentido, y cuando se aproxime la muerte, ahí estará el pavor, siempre al olvido.

El marcapáginas del silencio.

viernes, 3 de enero de 2014

SALTANDO TUS LUNARES

Decidí matar el tiempo saltando tus lunares, como si de nenúfares gigantes sobre un lago de agua clara se tratara. Pero la distancia entre unos y otros era demasiado grande y caí; me precipité bruscamente sobre ese desierto llano que era tu piel. Y ahora sigo atrapada en ella, cubierta de polvo, luchando por encontrar el camino sin brújula ni destino. Cuando quise avanzar quedé retenida en uno de sus millones de poros que hacían las veces de arenas movedizas. Llegó un momento en que el lodo cubría ya las ¾ partes de mi cuerpo, me faltaba movilidad y aliento. Quise gritar, que me sacaran de allí, pero ya no había manera de escapar. Entonces en mi última bocanada de aire desperté, con un sudor frío sobre la almohada y mis manos aún retorciendo la sábana. Al ubicarme entendí que no habías sido tú el que se había dormido dándome la espalda, sino que era yo la que se había quedado dormida inmersa en ella. Soñando tal vez, algún día, con poseerla.


El marcapáginas del silencio.

jueves, 2 de enero de 2014

CRECER NUNCA FUE UNA OPCIÓN

“Nacen, crecen, se reproducen y mueren”. Ya lo decían nuestros libros de texto de primaria, esos que venían con una letra tamaño 20 e imágenes pintorescas de cascadas y mamíferos con sus crías. Pues eso, es ley de vida: nosotros nacemos, de lo cual ahora sí que somos conscientes (aunque en el momento seguro que nos estábamos cagando en todo, con perdón de la expresión; porque mira que estar encajado en la pelvis ósea de tu madre sin poder moverte, esperando ese “gran momento” para que encima te saquen a un mundo más frío, con demasiada luz y donde te cortan la única cuerda de huida hacia el hogar que conoces, tiene que ser genial vamos).

Luego crecemos, lo cual es bastante discutible, porque muchos estamos esperando que nos llegue el estirón y a otros que les llegue el desarrollo mental (tanta y tanta capacidad cerebral ¿para qué?, el ser humano derrocha hasta en eso). A continuación “nos reproducimos” por decirlo de un modo fino y de la mejor forma que podemos, encontramos o nos dejan. Lo cual la única finalidad que tiene es calmar un instinto básico para el que estamos programados con objetivo de perpetuar la especie y expandir nuestros genes. Bueno pues una vez hecho esto, ¡ale! a morir, es como un “espero que te haya gustado majo, pero despídete”.

Y ¿este es el sentido de la vida? Pues no, por desgracia o por fortuna el ser humano es mucho más complejo que todo esto. Sólo que eso sólo lo vas a comprender fuera de los libros de texto, puede con imágenes más feas, con menos crías, pero con las palabras que vayan perfilando el curso de tu vida. El tamaño, o lo que es lo mismo, la importancia que les des a cada una de ellas, ya solo depende de ti.


El marcapáginas del silencio.

miércoles, 1 de enero de 2014

FLATO BAJO LAS COSTILLAS




Hoy venía a escribirte lo que siento por dentro. Pero, casualidades de la vida, no pude. No pude sentarme frente al escritorio, porque estaba menos vacío que yo. No pude teclear con precisión, tampoco sujetar la pluma, cuando el sudor frío recorría mis manos. ¿Cómo librarme entonces de aquello que hacía tanto mal? Pensé en hablar; dentro del círculo de confianza siempre es más fácil expresarse; pero observé con sorpresa como cada palabra aunque me desgajara por dentro no arrancaba ni una lágrima. Y sobrevino el mutismo, y otra vez esa sensación de incapacidad. ¿Incapacidad? Más bien tendríamos que preguntarnos antes de realizar cualquier acto si queremos hacerlo en vez de sí podemos. Desde mi punto de vista si nos planteásemos esta cuestión antes de cada acción conseguiríamos mucho más. Nos evaluaríamos a nosotros mismos antes de valorarla a ella.

Entonces ¿dónde quería llegar con todo esto? ¿Acaso verdaderamente no quería expulsar de mí esa desagradable sensación? Es impensable ¿no? ¿Cómo no vas a desear deshacerte de algo que es perjudicial para ti? ¿Por qué habrías de guardarlo?


Hay sustancias que si las tomas en pequeñas dosis durante un largo período de tiempo se acaban acumulando en tu organismo teniendo un efecto tóxico letal: los “venenos a largo plazo”. Simplemente llega un momento en que tu riñón no lo resiste y ese cúmulo de desechos acaba con tu vida. Quizás esté exagerando, y sin el quizás también. Pero tan sólo es un símil de que a veces aunque no queramos expresar aquello que nos consume y nos envenena por dentro no quiere decir que desaparezca; tampoco estoy queriendo decir que sea necesario expresarlo de una manera totalmente obligatoria. Simplemente hay que sacarlo, aunque no seamos conscientes de que finalmente lo hemos expulsado. Quizás esa sea la mejor forma de alejarlo por siempre de nuestras vidas; en el tiempo que dura una larga carcajada echada con ganas y que te deje flato bajo las costillas.

El marcapáginas del silencio.