ESPERAS
Sí, hoy me he propuesto hablar sobre las esperas. ¿Conocéis
a alguien que le guste esperar? Apuesto a que no, aunque bueno...hoy en día ya
nada me sorprende. Pero por lo general a nadie le gusta que le hagan esperar
¿Por qué? Porque le están quitando una de las cosas valiosas que tiene el ser
humano: su tiempo. Y precisamente porque nuestro contador de años es finito es
por lo que nos molesta bastante que nos lo quiten, que nos hagan perderlo o, lo
que es mucho peor, que lo malgastemos. Y es que cada uno es dueño de su tiempo
en mayor o menor medida pero dueño al fin y al cabo; y la cuestión principal
reside en qué sí merece la pena gastarlo.
En este punto me remonto de nuevo a las esperas. Lo ideal
sería que toda espera tuviese un objetivo, un propósito, si no ¿para qué
esperar? Pero siendo realistas por mucho que esperes hay cosas que nunca llegan
o bien que no llegan en el momento que tú esperabas (valga la redundancia) y,
en resumen, no vale para nada que hayas estado ahí plantado como un idiota con
tu bonito culo (si me permitís la palabra) en forma de cuadrado. No hace falta que te vayas muy lejos para
esto, en cualquier diligencia administrativa o para que me entendáis cualquier
simple y fastidioso papeleo, acaba colmando la paciencia de cualquiera una
mañana desde bien temprano.
Así que concluyo un poco con lo mismo que comenzaba: no nos
gusta esperar. Y a menos que no nos quede más remedio os aconsejo que no lo
hagáis con demasiada frecuencia por simple cordialidad hacia la vida. “Lo bueno
se hace esperar” sí, todo lo que ellos quieran, pero a veces por muy bueno que
sea lo que tenga que venir, te acabas cansando, y al final tanta espera lo
único que va a conseguir es que cuando lo tengas ya no posea ni la mínima parte
de su valor. Sin duda esos no se han parado a pensar en las peores esperas que
existen: esas listas de espera por un corazón, un riñón, el trasplante de
médula o cualquier intervención quirúrgica en las que literalmente “uno se
murió esperando”. Cruel pero cierto. Por eso es que nos doy un consejo:
Siempre que puedas actúa, haz algo, no te quedes ahí parado,
que las cosas casi nunca vienen solas sino que tienes que ir tu a por ellas.
Así que levántate de esa incómoda silla (responsable de la forma geométrica de
tu trasero) y muévete, no esperes.
El marcapáginas del silencio.