martes, 1 de abril de 2014

JAULA

     Esta noche me pregunto si siempre has estado ahí. Golpeando los barrotes de hierro de mi jaula y yo haciéndome la sorda. Clavando tus ojos en cada curva de mis rizos, mientras yo te evito con la mirada sin apenas darme cuenta. Fría, enredando onda tras onda en los delgados dedos que no puedes coger. Absorta y empeñada en el mismo pensamiento fijo de algún día lejano echar a volar que no llega ni se acerca. Al contrario que tú, que sigues al otro lado desde hace tiempo ya. Que las manos desgastadas muestran tus ganas desgarradas y tus ilusiones partidas a la puerta de esta jaula. Y esperas. Mientras pongo a secar en el columpio todas las lágrimas que no me atreví a echar. Supongo que también contribuyeron a nublar mi vista hasta la ceguera de no verte siempre junto a mí. En las malas, en las buenas, siempre detrás de mis barrotes, por si acaso. Por si al llegar el ocaso me decidiera a dejar mi palacio a rejas atrás. Por si a veces pero sólo a veces pudiera la vista girar.


El marcapáginas del silencio.

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