Quiero una tarde sin alarmas, de esas que empañan las horas, los susurros y los gritos. Quiero ser agua mojada, en un charco, despacito. Del sudor de tu espalda, amarrada, no me quito. Desanclada de esta ciudad, hacia arriba, no limito. Entre tu piel y la mía, tan distintas, ya no vivo.
El marcapáginas del silencio.
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