martes, 16 de julio de 2013

ESPÍA EN LA MAÑANA



     Y quise seguirle secretamente como en un juego de niños. Pero el parque era demasiado grande y en el fondo temía perderme. Mi sentido de la orientación y yo nunca fuimos buenos compañeros. Aún así, en cuanto se puso en marcha, mis piernas reaccionaron y mi ojo de lejos se puso a funcionar cual ave que acecha a su presa desde la distancia. Él se movía resueltamente ajeno a todo mundo exterior con sus auriculares, dentro de nada echaría a correr y yo tendría que esmerarme en el arte del disimulo. Sin duda iba a ser una prueba de resistencia en toda regla.


El marcapáginas del silencio.

1 comentario:

  1. Sería una buena introducción para comenzar a contar una historia.

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