Con los brazos en cruz clavo mis uñas en la carne como si
así pudiera retener todo mi ser. Después subo las manos hasta mis hombros y los
sujeto de alguna forma. Giro la cara hacia la derecha hasta que mi boca es
tapada por la piel de mi mano izquierda y cierro los ojos pretendiendo
olvidarme de todo. Pero nada es tan fácil, giro la vista y la luz que traspasa
los cristales me inquieta. ¿Cómo puede haber tanto sol fuera? ¿Cómo puede haber
tanta diferencia entre el exterior y mi propio paisaje interno? Contrastes,
mires donde mires sólo veo contrastes, cosas que chocan, señales que me indican
que algo está funcionando mal y hay que arreglarlo.
El marcapáginas del silencio.
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