miércoles, 12 de junio de 2013



PESTAÑA


     Aún recuerdo como recogía una pestaña de su mejilla y la posaba sobre la yema de mi dedo gritando nerviosamente "¡Pide un deseo!". Ella reía, consciente de mi pesado juego de niña, pero no le importaba. Cerraba los ojos, los abría y yo insistía "¡sopla! ¡sopla!". Así que la echaba a volar soplando muy fuerte mientras las dos seguíamos con la mirada el camino que seguía aquella pestaña con el deseo más puro encerrado en ella...


El marcapáginas del silencio.

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