miércoles, 30 de octubre de 2013

ESPERAS

Sí, hoy me he propuesto hablar sobre las esperas. ¿Conocéis a alguien que le guste esperar? Apuesto a que no, aunque bueno...hoy en día ya nada me sorprende. Pero por lo general a nadie le gusta que le hagan esperar ¿Por qué? Porque le están quitando una de las cosas valiosas que tiene el ser humano: su tiempo. Y precisamente porque nuestro contador de años es finito es por lo que nos molesta bastante que nos lo quiten, que nos hagan perderlo o, lo que es mucho peor, que lo malgastemos. Y es que cada uno es dueño de su tiempo en mayor o menor medida pero dueño al fin y al cabo; y la cuestión principal reside en qué sí merece la pena gastarlo.

En este punto me remonto de nuevo a las esperas. Lo ideal sería que toda espera tuviese un objetivo, un propósito, si no ¿para qué esperar? Pero siendo realistas por mucho que esperes hay cosas que nunca llegan o bien que no llegan en el momento que tú esperabas (valga la redundancia) y, en resumen, no vale para nada que hayas estado ahí plantado como un idiota con tu bonito culo (si me permitís la palabra) en forma de cuadrado.  No hace falta que te vayas muy lejos para esto, en cualquier diligencia administrativa o para que me entendáis cualquier simple y fastidioso papeleo, acaba colmando la paciencia de cualquiera una mañana desde bien temprano.

Así que concluyo un poco con lo mismo que comenzaba: no nos gusta esperar. Y a menos que no nos quede más remedio os aconsejo que no lo hagáis con demasiada frecuencia por simple cordialidad hacia la vida. “Lo bueno se hace esperar” sí, todo lo que ellos quieran, pero a veces por muy bueno que sea lo que tenga que venir, te acabas cansando, y al final tanta espera lo único que va a conseguir es que cuando lo tengas ya no posea ni la mínima parte de su valor. Sin duda esos no se han parado a pensar en las peores esperas que existen: esas listas de espera por un corazón, un riñón, el trasplante de médula o cualquier intervención quirúrgica en las que literalmente “uno se murió esperando”. Cruel pero cierto. Por eso es que nos doy un consejo:

Siempre que puedas actúa, haz algo, no te quedes ahí parado, que las cosas casi nunca vienen solas sino que tienes que ir tu a por ellas. Así que levántate de esa incómoda silla (responsable de la forma geométrica de tu trasero) y muévete, no esperes.

El marcapáginas del silencio.

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