Se te nubla la vista, será que va a llover.
Veo como vas moviendo el viento en cada parpadeo, fraguando tu tormenta. Entonces te miro directamente y me da calambre la chispa de tu mirada. Aguanto unos segundos la emboscada y tus pupilas empiezan a tronar. En vez de aceptar el desafío, debí cubrirme del temporal. Pero no seré yo a quien bañes con esos ojos.
Aunque sí a quien salpiques.
El marcapáginas del silencio.
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