martes, 7 de enero de 2014

¿ES QUE NO HAS APRENDIDO NADA?

Golpeó levemente su nuca contra el cabecero de madera de la cama en tono de reproche. Se rastrilló el pelo con la mano y apretó los dientes simultáneamente sin ser consciente de ello. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Cada gesto involuntario traducía ese triplete de preguntas una y otra vez. Y en su cabeza resonaba una cuestión aún más importante, de forma brusca, dañina para el oído, algo así como el claxon de un coche justo antes de chocar en un accidente imprudente: "¿ES QUE NO HAS APRENDIDO NADA?". Pues sí, durante todo este tiempo la lección estaba más que aprendida, grabada y clavada sin opción. "La letra con sangre entra", como aquel cuadro de Goya criticando el sistema educativo de la época. Despreciable manera de aprender ¿no? Pero muchos, demasiados, aprenden de la vida así. Por esto, si a él le había ocurrido algo lejanamente parecido podría llegar a comprender por qué su sistema de aprendizaje le estaba fallando.


El marcapáginas del silencio.

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