sábado, 15 de febrero de 2014

DEJARSE CAER

Es un sentimiento que se asienta para no dejarte dormir. Como una garrapata instalada en el cielo del ombligo. Chupándote la sangre cada vez más y más sin que apenas te des cuenta. Luego empiezas a notar ese malestar general por todo el cuerpo, esa cefalea interminable al final del día y la pesadez en las piernas. Pero tú no eres de esos que viven mirando su propio ombligo así que, no le das importancia y, sigues, como hasta ahora, como siempre. Hasta que llega un punto en que eres consciente de que te vas encontrando peor y peor y sin buscarte, te faltan las fuerzas y lo que es más, la voluntad. Y entonces, sólo entonces, es cuando reaccionas o caes. Es ese estar al límite, justo al borde del acantilado la única manera de que veas lo alto que has podido llegar. No dejes que te traguen las olas, reconduce tu dirección, rectifica a tiempo que la roca bajo tus pies aún no ha empezado a desquebrajarse sin remedio. Dejarse caer nunca estuvo entre tus expectativas, aunque la tentación de esa adrenalina efímera las supere.



El marcapáginas del silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario