domingo, 2 de febrero de 2014

DESCONGELAR



Tengo las manos heladas de tanto esperarte, las pestañas escarchadas de tanto mirarte, de lejos, de cerca y en sueños. Pero por fortuna o por desgracia no es a ti a quien en realidad miro, sino a tu vacío. Últimamente colecciono tantos huecos vacíos en mi memoria que mi cerebro parece un colador. Mis labios cortados se despellejan y sangran agrietando una mañana más en la que faltas. Mis cejas  han comenzado a echar un serio por matar el tiempo. Mientras tanto mis mejillas enrojecidas no de rubor se quejan de por tus manos no ser mecidas. Y mis rodillas enganchadas al borde de este banco y entumecidas dicen “ya basta, se acabó”. Sin embargo no encuentran el estímulo para levantar, levantar el cuerpo y el espíritu. Y me quedo quieta, por si vienes. Cuando llegues, te tocará tratar con un pedazo de hielo.




El marcapáginas del silencio.

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