domingo, 23 de febrero de 2014

FEBRERO

     Sol de febrero, que viene a calentarme el alma y a quemarme el pecho. Escaso como el que más; aparece una mañana y al mediodía ya se ha ido sin promesas de volver, sin nota de despedida pero tampoco con un adiós amargo. Simplemente se va y no vuelve, y tú no puedes más que anhelar su calor; bajo cada lluvia fría, bajo las mantas en tu habitación. Se esfuma y tú querrías ser su vicio para que venga cada mañana o cada noche, qué mas da. Para que te roce la piel y muda te pierdas en ese deseo. Al cerrar los ojos no habría oscuridad ni frío, porque si está a tu lado el sol te ilumina fuertemente los párpados. Y feliz contemplarías un sinfín de luces de feria que se forman como miles de farolillos de colores que caben en un dedal. Te lo colgarías al cuello para afrontar cada día nublado, cada escalofrío, para ignorar cada roce austero. Y lo esperarías, palpitante, siempre, tu sol de febrero.




El marcapáginas del silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario